Derrame de petróleo en Louisiana: ¿Puede limpiarse el desastre?
La semana pasada ocurrió una explosión en una torre de exploración petrolera de la empresa BP, ubicada en el Golfo de México, a unos 83 kilómetros de la costa de Louisiana, Estados Unidos. El accidente causó la desaparición de 11 personas que trabajaban en la estación y generó dos escapes en la base de la misma, que -se estima- están liberando al océano unos 5000 barriles de crudo por día.
Se trata de un desastre ecológico con pocos precedentes, que, de no ser controlado, en dos meses podría ser equivalente al mayor derrame de todos los tiempos: el de Exxon Valdez en la costa de Alaska en 1989.
Mientras el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, visitó la zona asegurando que BP es el único responsable del problema y que tendrá que hacerse cargo de la limpieza, empiezan a emerger preguntas más importantes. ¿Es posible solucionar este desastre con mínimas consecuencias?
Interesantes artículos de TreeHugger y Discovery News exploran las alternativas existentes que se utilizan para controlar y ’limpiar’ un derrame de petróleo.
Como el petróleo no se mezcla con el agua y, en cambio, se desliza sobre ella extendiéndose rápidamente, contener la mancha es una de las más importantes acciones. El problema es que en esta oportunidad, la pérdida se dio en las profundidades del agua en lugar de la superficie, por lo cual hay menos conocimiento sobre cómo lidiar con ella.
En este caso se utilizaron unas ’mangas’ absorbentes que buscan crear una barrera para frenar la expansión de la mancha, pero el viento y las olas no han ayudado y éstas han sido ineficientes. También se han utilizado botes filtrantes de agua y trampas similares a porras de animadoras para capturar el crudo.
Otros productos que se están utilizando son dispersantes y bioremediadores. Los primeros cambian las propiedades químicas y físicas del crudo, convirtiéndolo en ’gotas’ que se pueden disolver en el agua. El problema con éstos es que si bien salvan a los pájaros sacando el petróleo de la superficie, pueden amenazar a peces y camarones. Los segundos son microorganismos que pueden descomponer el crudo, el problema con ellos es que no hay suficientes pruebas que hayan demostrado que no causan daños a las especies marinas.
En conclusión, las ’soluciones’ que se están manejando son experimentales y no garantizan eficacia. Pero, si hay una forma positiva de mirar al desastre, puede destacarse el hecho de que todavía no haya llegado a la costa, donde el daño podría ser mucho mayor.
Por lo pronto, como demostró Exxon Valdez, poco puede hacerse por aquellos pájaros y animales que se han bañado en petróleo. El mismo no puede ser lavado de sus plumas y el hacerlo sólo les causará más sufrimiento.
¿Cómo sigue la historia? Dependerá de la rapidez de los equipos de conservación y la empresa para actuar. Los seguiremos informando.
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